sábado, 17 de marzo de 2007

Niña otra vez

Ayer me preguntaba si dejará mi madre algún día de mirar por la ventana cuando salgo de casa para decirme adiós con la mano. Lo hacía cuando era niña y tenía que ir al colegio con prisas y el postre a medio terminar.
Hoy sigue haciéndolo. Cuando me marcho al trabajo, a la universidad o he quedado con mis amigas y pienso que es una de esas pequeñas cosas que aún me hacen sentir una niña. No quiero que nunca deje de hacerlo. No se trata de un complejo de Peter Pan; es simplemente que cada día, cuando agita la mano desde el balcón, no puedo evitar sonreirme.