miércoles, 1 de julio de 2015

El globo

(En 17 palabras) "Mientras subía y subía, el globo lloraba al ver que se le escapaba el niño." (M. Sáiz Álvarez)

No aprendemos a soltar.
Nos agarramos siempre a lo que amamos. Y lo que es peor, también a lo que nos hace sufrir.

Hace unas semanas les compré un globo a mis sobrinos. Los dos estaban fascinados con aquellos delfines de nitrógeno.
- Agárralo fuerte -le dije a Julen- No se vaya a escapar.
Mi sobrino cerró con mucha fuerza el puño para sujetar el hilo del globo y me miraba de vez en cuando buscando mi aprobación.
- Te veo, lo estás agarrando fuerte. Pon atención para que no se vuele.

Luego, reflexionando, pensé en la repercusión que aquel insignificante acontecimiento podía tener. En lo que le estaba enseñando a mi sobrino. Es como si le estuviera diciendo: "Eres responsable de cuidar de eso tan querido. Tienes que agarrarlo o lo perderás. Tienes que aferrarte a ello y así evitarás el sufrimiento." Me sentí terriblemente mal por haber puesto en él una responsabilidad tan grande. Y por haberle mentido.

En realidad, no perdemos nada ni a nadie. Es solo que todo cambia. Que todos somos seres libres. Nada ni nadie nos pertenece. Ni siquiera un globo de nitrógeno. En la vida se da el gusto y el disgusto, pero no es sano producir tanto apego al gusto ni tanto odio al disgusto. Cuando llega el placer, se disfruta, sin aferramiento, pues todo pasa, se transforma; cuando viene el dolor, se sufre, pero sin frustración, pues todo pasa y de otra forma no se emerge del dolor.


Tal vez debí decirle:
- ¡Qué afortunado eres! ¡Disfruta del globo!
Y haber acompañado sus lágrimas cuando se hubiese escapado.
O bien:
- ¡Suéltalo! ¡Deja que vuele!
Y hacerle ver que hay cosas que pertenecen a su lugar y es en su lugar donde su belleza es más simple y más verdadera.

jueves, 18 de junio de 2015

Lo que tienen en común las rosas y las caracolas

"En los jardines de Francia se ven rosas muy bellas que, cuando descarga la tormenta, quedan empapadas de agua sin haber perdido una hoja ni desarrugado un pétalo. La lluvia resbala por ellas en forma de gruesas perlas que no consiguen penetrar hasta el corazón más que poco a poco, muy lentamente." (Los perros y los lobos, de Irene Nemirovsky)

Así ocurre con algunas personas. Son impenetrables. El corazón les suena como una caracola, como si el mar estuviese encerrado dentro. Como si la circulación sanguínea tuviese el ritmo de las mareas. Como si las olas se tragasen las huellas de la vida al instante. Solo lentamente el agua se filtra por el escudo que forma la concha. Y deja escapar alguna lágrima.

jueves, 9 de abril de 2015

Lo que aprendí en 2014 (II)

Que aprender a veces es desaprender.
Que el camino más difícil es el camino hacia uno mismo.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Ve donde él te lleve

Un guerrero de la luz me dijo hace muy poco que los caminos son muchos, que hay decenas de posibilidades, y que cualquiera de ellos será el apropiado si elijo con el corazón, si miro hacia dentro.
Esto me recuerda a cuando era niña, a las palabras que cerraban la historia de un libro que leí. A veces, solo a veces, en los libros encontramos las respuestas y otras veces son los personajes de nuestra historia los que nos hablan en voz baja.

"Cada vez que te sientas extraviada, confusa, piensa en los árboles, recuerda su manera de crecer. Recuerda que un árbol de gran copa y pocas raíces es derribado por la primera ráfaga de viento, en tanto que un árbol con muchas raíces y poca copa a duras penas deja circular la savia. Raíces y copa han de tener la misma medida, has de estar en las cosas y sobre ellas: sólo así podrás ofrecer sombra y reparo, sólo así al llegar la estación apropiada podrás cubrirte de flores y de frutos. Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad que respiraste el día que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aun. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve."

lunes, 2 de febrero de 2015

La caja de Pandora

Voy a guardar en un cajón las palabras vacías, las mentiras y las medias verdades, las razones sinrazón. Y luego le dedicaré las palabras más dulces a las plantas del alféizar de mi ventana.
Voy a encerrar en un cajón la arrogancia, el egoísmo, la intolerancia, el autoritarismo, la ignorancia. Y luego le daré la mano a un niño con ojos inocentes y nuevos.
Voy a esconder en un cajón la vergüenza, la inseguridad, la impaciencia, el miedo. Y luego haré funambulismo sobre una fina cuerda sin red con la mirada de frente.
Voy a abrir cajones de esperanza, que se escape toda por las rendijas de la persiana, y que se empapen las sábanas de vida.
Voy a abrir cajones de luz para que se vayan las sombras del dormitorio.

viernes, 9 de enero de 2015

¿De dónde vienen los fados?

Amor, celos, ceniza y fuego, dolor y pecado; todo esto existe; todo esto es triste; todo esto es fado (A.Rodrigues)

Visitar Lisboa es llenar las pupilas de una luz intensa a la mañana que luego se transforma en el iris de unos ojos melancólicos al entrar en cualquier tasca y escuchar un fado. Las voces de los lisboetas te envuelven y se mueven en el pecho, oprimiendo el esternón, como queriendo salir en una explosión de lágrimas.
Probablemente tanta pena tenga que ver con su historia, con la triste historia de un terremoto que segó la vida de casi la mitad de la población, las décadas de la dictadura salazarista, los incendios que destruyeron en varias ocasiones edificios emblemáticos de la ciudad y la oscura actuación de la Inquisición que condenó a miles de judíos a la muerte.
O tal vez sea mucho más sencillo y los fados nacieron en el vaivén de las barcas de los pescadores, en los pasos rítmicos de los africanos de las colonias o en ese sentimiento contradictorio y tan humano que oscila entre el amor y el sufrimiento. No hay nada más antiguo ni tema más fructífero en la literatura que los amores imposibles.

De la historia de Lisboa, sin embargo, siempre me fascinó mucho más un anécdota que, lejos del amor imposible más terrenal, está relacionado con la pasión por la vida y por los ideales, aquel instante en que una camarera colocó un clavel en el arma de un soldado para poner fin a casi cincuenta años de represión, mientras en todos los transistores del país se escuchaba Grandola, Vila Morena. Con razón Saramago decía que la única forma de vencer a la muerte es el amor.


martes, 2 de diciembre de 2014

Ojos de tortuga

ARDIENTE
¿Quieres soplarme en este ojo? -me dijo ella-. Algo se me metió en él que me molesta.
Le soplé en el ojo y vi su pupila encenderse como una brasa que acechara entre cenizas.

(José de la Colina)

De vez en cuando tienes los ojos ardientes, queman, y otras veces. Otras, los llevas tan húmedos de tristeza que las mariposas se alimentan de tus lágrimas de tortuga.



(Para conseguir su dosis de sodio, hay mariposas en la selva tropical del Amazonas que se acercan a las tortugas que lloran y beben sus lágrimas).