Aún no había escrito la crónica del concierto de Fito.
A las 8.10 llegábamos a la estación de Valladolid y, desoyendo los consejos de itinerario de un amigo, que sólo nos dejaban claro que, ante la duda, siempre la izquierda y que de perdidos al río, nos cogimos un taxi (que de algo tienen que vivir los hombres) y llegamos puntuales a la cita. Mucha gente, no sabemos bien cuál es la puerta de entrada, algunos chicos de quitar el hipo y luces geométricas. No eres más que una chica normal con los Zodiac y, por fin, el pequeño gran Fito encima del escenario. Viejas y nuevas canciones, desgraciadamente más nuevas que viejas. Pero siempre Rojitas las orejas y Cerca de las Vías. Los dos chicos más altos del polideportivo Pisuerga plantados delante de nosotras (¿qué cojones les darán de comer a estos adolescentes?) y alguna que otra sorpresa a lo largo del concierto. Buen sonido y buen ambiente. Nos hacemos colegas de unos hippies que nos sacan varios años. Hay tormenta. Y uno de ellos besa a Eli a mis espaldas casi sin pedir permiso. O es que Eli no le sabe dar una respuesta rápida (cosa de esperar teniendo en cuenta que el chico está muy muy bien). Y después de dos bises, todo empieza cerca del final.
Una semana después, el concierto no es tan impresionante. Los Tavones tocan en un pequeño bar de Villamuriel. Hace dos días he descrito su estilo como una patochada, pero está visto que nunca se puede hablar. Allí estoy yo. Nunca lo hubiera dicho. Y además me divierto muchíiiisimo. Las alpacas como lugar común en sus canciones. La mujer rural contenta y feliz. Punkarrillas. Y es increíble que las tres veces que haya coincidido con estos chicos terminen en calzoncillos. Afortunadamente no tocan su tema Papel del wáter que me dejó sin ganas de repetir en el Tachu Rock. Pero al final lo echo de menos. Luego buena música en el bar. No me acaba de convencer la versión disco de Sweet Child of mine, pero termina pronto. Caras de sorpresa cuando hablo de mi viaje a Bolivia. Fotos que Pi colgará seguro en su blog. Y, más tarde, el 38. Hay quienes nos quieren convencer de ir a Itero. Quienes nos tiran los tejos de la manera más tonta. Y otros que es posible puedan hacer algo en beneficio de Plataforma. Y se encienden las luces.