lunes, 2 de julio de 2007

De Bartlebys -o pequeños regalos X-

Un ejercicio de plagio, intertextualidad o como quieran llamarlo los teóricos de la literatura.

La lectura de Bartleby y compañía no dejó de recordarme a mi amigo Peña, un personaje del No, que preferiría no hacerlo, como el Bartleby de Mellville, no hablar con la gente en la cola del cine, en el supermercado o en un vagón de tren, aunque yo le aconseje con mi habitual entusiasmo que eso siempre es agradable.

Peña, el más oculto de los escritores ocultos, me recuerda al protagonista de Bartleby y compañía, de Vila-Matas. En esta novela se habla de un rastreador de bartlebys o escritores que han renunciado a escribir por diferentes razones. Un rastreador decadente, que no deja de quejarse de su mala fortuna, aunque a pesar de todo es feliz.

Tratarle como un bartleby creo que es todo un piropo para él. Como un casi-escritor. Ni siquiera un chico de biblioteca Brautigan -que hoy descubrí que existe en Estados Unidos y que realmente recoge los manuscritos rechazados por editoriales de todo el mundo-. Pero un verdadero monchito, rebuscando en mi propia terminología.

Ya no me cuesta echarte de menos, qué le vamos a hacer.