Mi padre me descubrió la poesía gracias a "Los aceituneros" y la "Elegía a Ramón Sijé" de Miguel Hernández, un día, hace ya veinte años, al volver del trabajo. Estaban mecanografiados en hojas recicladas (aún puedo recordar su aspecto y aquel alimentando lluvias, caracolas del poema que me obligó a seguir leyendo).
Este año se celebra el centenario del nacimiento de el cabrero poeta, como lo llamarían en la revista literaria Estampa. Y he tardado mucho en hacerle un pequeño y particular homenaje en mi blog, por habernos dado esas nanas que tal vez recite un día.
Para ello, unos versos suyos, sencillos, pero hondos y llenos de sentido, que reflejan su vida: la guerra, la poesía y su amor por Josefina Aldecoa.
Tristes guerras,
si no es amar la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas,
si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres,
si no mueren de amores.
Trsites, tristes.