"Si tienes miedo, tienes miedo ¿por qué hacer de ello un problema? Sabes que tienes miedo tal como sabes que tienes dos manos. ¿Por qué hacer de ello un problema? (...) El miedo está ahí: acéptalo, regístralo. ¿Qué ocurrirá? Súbitamente sentirás que ha desaparecido. Y eso es la alquimia interior: los problemas desaparecen cuando se los acepta, y los problemas se vuelven cada vez más complejos si se crea un conflicto respecto a ellos. Sí, el sufrimiento está ahí y súbitamente llega el miedo, acéptalo. Está ahí y nada se puede hacer al respecto, no creas que estoy hablándote de pesimismo. Cuando te digo que nada se puede hacer al respecto, te estoy dando la clave para resolverlo. El sufrimiento está ahí; es parte de la vida y parte del crecimiento; no tiene nada de malo. El sufrimiento se vuelve maligno sólo cuando uno sufre y nada surge del sufrimiento.
(...) Todos son cobardes. Las personas a las que se llama valientes sólo muestran una fachada. En lo profundo son tan cobardes como todos los demás; mejor dicho, más cobardes. Sólo que para ocultar su cobardía han creado una valentía que los rodea, y a veces actúan de modo que todos sepan que no son cobardes. Su valentía no es más que una pantalla. ¿Cómo podría ser el hombre valiente? Si el hombre no es más que una hoja al viento. ¿Cómo no va a temblar esa hoja? (...) Pero la sociedad ha creado problemas con todo.
Si un niño le teme a la oscuridad le decimos: "No temas, sé valiente". ¿Por qué? El niño es inocente, es natural que le tema a la oscuridad. De modo que también él se fuerza, se pone tenso. Entonces soporta la oscuridad, pero en tensión; ahora, todo su ser quiere temblar, pero él lo reprime (...) Y si hubiera atravesado la oscuridad temblando, llorando y gimiendo se hubiese dado cuenta de que no habría nada que temer. Cuando uno se reprime nunca experimenta las cosas en su totalidad, nunca gana nada con ellas."
(Osho, Un pájaro al viento)
Miedo a la pérdida, miedo a no ganar, miedo a la muerte, miedo al sufrimiento, miedo a depender de algo, de alguien, miedo a la soledad, miedo a conocer nuestras limitaciones, a mirarnos al espejo, miedo al rechazo, miedo a la frustración al final de una vida, miedo a conformarse. Cargamos tantos miedos en la mochila, cuando en la vida no hay que temer nada, sólo comprender y aceptar. Y saber que no es malo. Somos personas al fin y al cabo. Como una hoja al viento. Delicados. Inestables. Frágiles. Por eso dicen que más que ser fuerte, en la vida es importante sentirse fuerte.