martes, 30 de agosto de 2011

Agujero de gusano

Un viaje largo largo se convierte a veces en un agujero de gusano en el que el espacio-tiempo desaparece y las Antípodas no están tan lejos si vas a ver a alguien muy querido. Más de 24 horas en tres aviones. Ya he pisado los 5 continentes. Y luego conducir por carreteras largas largas interminables para descubrir pequeños rincones mágicos en pueblos de nombres ridículos, islas de arena y montañas de árboles altos altos. El silencio de los senderos escuchando pájaros y animales entre la maleza. Las casualidades. Las Blue Mountains desde un escarpe asegurada con el arnés y la Gran Barrera de Coral como una pecera gigante, con neopreno y tubo de snorkle. Cualquier aguacate no conduce al fracaso. Por eso los kilómetros, las risas, las charlas, los atardeceres en la playa, en el monte, las caminatas, aquella serpiente negra venenosa debajo del puente, el recorrido en hammer, las cafeterías en Sydney, el Betty Soup, el ascenso al Pulga-Chill, un mapa de estrellas diferente y desconocido, no cambiaría nada. Nada. Un placer haber vivido esta experiencia.