“La escalada es como la vida”, le digo a I. y ella me mira y sonríe: “Como la vida misma”, me dice y luego mira a la pared. Ella sabe que es verdad, de alguna forma.
La escalada es como la vida. Hay quienes disfrutan de la aproximación, siempre, como parte del viaje. Hay quienes se olvidan de mirar el paisaje y guardan su energía con el fin de alcanzar sus objetivos. Hay quienes se marcan objetivos y quienes no. Hay quienes se lo toman con humor y con seriedad. Hay quienes compiten y quienes cooperan. Hay quienes se caen y vuelven una y otra vez a probar el mismo paso hasta que consiguen superar el bache. Hay quienes, una vez se han caído, no quieren volver a intentar la vía. O quienes deciden hacerla de segundo, una vez montada, para tener la seguridad de no volver a caer. De no hacerse daño. Están los impulsivos, los decididos, los observadores, los analistas, los precavidos y los que tratan de vencer su miedo a cada paso. Hay quienes se imponen retos, quienes se exigen ser mejores y quienes simplemente quieren disfrutar las vistas. Hay quienes no miran atrás y quienes recuerdan cada paso anterior para dar bien el siguiente. Hay quienes leen la vía con los pies en la tierra y quienes escalan por intuición. Hay quienes se hacen daño, quienes no consiguen subir algunas vías, pero siguen intentándolo. Prueban otras vías y repiten las mismas hasta aprender y prever cada apoyo y cada grieta en el camino a la reunión. Hay quienes solo quieren paladear el sabor de la escalada una vez, una jornada. Y luego dicen que estuvo bien. Hay quienes tuvieron malas experiencias y aún tienen heridas abiertas. Quienes no vuelven a escalar. Quienes no vuelven a arriesgarse en un paso difícil. Están los tenaces y los emprendedores. Los que quieren probar lo que nunca antes se había probado. Los que quieren abrir caminos. Los que siguen el camino marcado. Los que siempre quieren más.
La escalada es como la vida. Supongo que esto ocurre porque el escalador en la pared es transparente. Y su carácter, sus aprendizajes, sus dudas y sus miedos, todo está ahí, todo lo sostiene una fina cuerda. Supongo que esto ocurre porque en la vida también hemos de ir leyendo la ruta a cada paso, buscando los apoyos que nos hacen continuar. Supongo que caer, como en la vida, exige un gesto posterior de superación. De seguir adelante. Supongo que en la vida, como en la escalada, es necesario no perder la ilusión y las ganas de sumar experiencias.
O tal vez es solo el momento de filosofar después de una caída y un pequeño esguince que te ha dejado a pie de vía.