viernes, 17 de mayo de 2013

Estamos hechos de mil otros

Es difícil reconocernos debajo de los disfraces cotidianos. Difícil separar lo que heredamos de nuestros padres. Deshacernos de esos patrones aprendidos de niños. Y de esos patrones adquiridos más tarde, cuando nos hicieron daño. Resulta que, al final, somos una cosa y la otra. Según el interruptor activado para la ocasión.
"Estamos hechos de mil otros. La ilusión es el yo que pretende ser uno.", leí hace tiempo en una exposición de retratos. Y nuestro retrato puede cambiar de la ira a la dulzura y de la reflexión a la payasada, de la humildad al gélido orgullo, de la superficialidad a la sensibilidad más profunda.
Pero ¿quiénes somos en realidad? Somos las palabras que decimos o las que escribimos, los actos que realizamos o los que dejamos por hacer, el rostro que mostramos o el que se refleja en el espejo.
Estamos hechos de mil otros. Aprendemos patrones de conducta. Adoptamos las estrategias de otros. Nos pintamos la cara a la mañana. A veces, el bigote, la aflicción, la risa. Y salimos a este caos que es la vida y que no adivinamos que traerá consigo.
Cirlot, en un poema del ciclo de Bronwyn, decía algo así: yo no sé quién soy, "pero voy a ser lo que tú quieras, solo siendo".