Una vez alguien me dijo que todos somos guerreros de la luz, que no hay maestros, que todos estamos en el camino. Recuerdo que le regalé un manual, el manual del guerrero. Y que lo abrí al azar, como me gusta hacer a veces con los libros, para ver qué suerte de historia me esperaba en aquella página.
"Un guerrero de la luz sabe que ciertos momentos se repiten.
Con frecuencia se ve ante los mismos problemas y situaciones que ya había afrontado y entonces se deprime, pensando que es incapaz de progresar en la vida, ya que los momentos difíciles reaparecen.
-¡Ya pasé por esto!, se queja él a su corazón.
- Realmente tú ya lo pasaste -responde el corazón- pero no lo sobrepasaste.
El guerrero entonces comprende que las experiencias repetidas tienen una única finalidad; enseñarle lo que no quiere aprender"
Las circunstancias no siempre son favorables en la guerra, se pierden algunas batallas, pero el guerrero nunca es el mismo. Con el tiempo, sentirá que vive la vida sin miedo y con agradecimiento, y esa será la mayor de sus victorias.
Aquella tarde no lo comprendí y me aferré muy fuerte. Pero ahora, ya no siento miedo.