miércoles, 26 de marzo de 2014

Mi alma no tiene ni una sola cana

Mi alma no tiene ni una sola cana, decía Maiakovski. Y así es como lo siento. Mi alma no tiene ni una sola cana. Más bien sigue cometiendo torpezas de niña. Se sigue asustando por la noche. Sigue jugueteando con el viento de vez en cuando. Mi alma no tiene ni una sola cana. Yo cuento algunas en mi pelo, delante del espejo. Pero las dejo ahí, no me preocupan, son la evidencia de que he vivido. Mi alma no tiene ni una sola cana. Tal vez llegan los 33, y se lee igual al derechas y al revés. Pero el tiempo no se mide en años. O no debería. Arrancaría el calendario de la pared de la clase. Y saltaría por la ventana para salir volando. Porque mi alma no tiene ni una sola cana. Porque los sueños no caducan. Y solo pienso en vivir cada segundo.