ARDIENTE
¿Quieres soplarme en este ojo? -me dijo ella-. Algo se me metió en él que me molesta.
Le soplé en el ojo y vi su pupila encenderse como una brasa que acechara entre cenizas.
(José de la Colina)
De vez en cuando tienes los ojos ardientes, queman, y otras veces. Otras, los llevas tan húmedos de tristeza que las mariposas se alimentan de tus lágrimas de tortuga.
(Para conseguir su dosis de sodio, hay mariposas en la selva tropical del Amazonas que se acercan a las tortugas que lloran y beben sus lágrimas).