No quiero parecerme a los árboles, que echan raíces en un lugar y no se mueven, aunque crezcan hacia lo alto y se digan arraigados, sino al viento, a los cometas, a los pájaros del patio del colegio, a las mareas, a los peregrinos, a todo lo que marcha sin cesar.
(variación de un microrrelato de Fernando Aínsa, "Arraigo")