Buscar habitación en Madrid se puede convertir en un juego divertido o aterrador. Todo depende de cómo uno se lo pinte.
Desde luego, el panorama de precios no suele coincidir con la calidad de la estancia. Y puedes encontrarte con una habitación en la que tengas que dormir boca arriba y levantarte cuál vampiro para saltar de la cama al umbral. O bien puedes ver un espejismo de futuro en una casa a buen precio, con compañeros cargados de buen rollo, y esperar inúltimente la llamada que confirma que la habitación es para ti.
En cualquier caso, uno tiene que pasar por varios trances. El primero, hablar con gente desconocida al teléfono durante toda la tarde (odio hablar por teléfono con gente desconocida) y descifrar los mensajes de habitación interior=habitación sin ventana, casa acogedora=casa diminuta, personas tranquilas=personas aburridas y un largo ecétera. El segundo, buscar el piso (a veces con condiciones atmosféricas desfavorables) en una ciudad que es una selva y que no conoces aún sino por el mapa del metro que recogías cada fin de semana que pasabas por allá en vacaciones y puentes. El tercero, y más duro de todos los retos, superar el examen que los inquilinos de la casa te harán nada más entrar en el piso (si es que no lo adelantaron ya en la llamada telefónica). Nombre. Edad. Profesión. Control de aspecto. Preguntas de test. Cómo cuánto llevas en Madrid. Si contestas que te molesta, puedes esperar que sea un pregunta trampa. Por supuesto, tienes que sonteir a todo lo que digan. Y no permanecer mucho tiempo charlando, ni hacer demasiadas preguntas (puedes parecer pesado o un ocupa).
En esta sociedad en la que tan progres somos si decimos que el físico y la primera impresión no importa, aquí nadie se libra de tachar de hippy, estudiante, aburrido, poco agraciado para tu gusto, apocado, estirada, simpático, cultureta y una larga lista de etiquetas a primera vista.
Me niego a reconocer que en 10 minutos alguien pueda decidir sin miedo a equivocarse si la persona sentada en el sofá de tu salón será tu compañera idónea o tienes que seguir buscando, porque, digo yo, aquí lo único cierto es que NADIE CONOCE A NADIE.