
Cuando miro la foto "El beso" de Doisneau, no puedo evitar recordar que todo fue un montaje.
A Doisneau lo llamaban "el pescador" por su capacidad para recoger imágenes al vuelo, pero ésta fue un posado. El de una actriz, Françoise Bonet, con su novio. Muy apasionada la imagen, pero su historia, la de ellos dos, no duró más de unos meses. Los parisinos creyeron durante años que aquel beso había sido realmente robado y que, en efecto, París es la ciudad del amor.
Pero si algo así como un icono del amor y del romanticismo del siglo XX fue un posado, ¿no serán también una pose muchas de las historias de amor que nos cuentan? ¿no fingimos a veces un cínico romanticismo pensando ser observados por el objetivo de una cámara? El amor, esas historias espontáneas y excitantes que a veces se nos presentan, ¿son acaso ficciones? ¿o, en el mejor de los casos, verdades pasajeras únicamente reflejadas en viejas fotografías en blanco y negro?