


- Despertarme con las voces de los niños en el patio.
- Caminar con chinelas.
- Los sobresaltos en el baño al ver aparecer brincando a una rana.
- Los baches en el micro.
- Alzar a mis niños cuando se encontraban enfermos.
- Las rabietas de Cristian y Rodrigo.
- Las sonrisas de Abi, Joel, Lorena o Diego.
- Acompañar a Daniela como copiloto, escuchando música en la vagoneta.
- A Chichi Peralta en su celular.
- Las Fridositas de Luis.
- Las tardes de silencio.
- Cobras y Lagartos a las 21.00.
- La voz de Mariela.
- La música de cumbias y chacareras.
- La determinación de Carlos, la seguridad con la que lo hacía todo.
- El patio de mi casa y agáchate.
- La sopa de quinua.
- El ruido de los insectos por la noche.
- El cielo negro y plagado de estrellas.
- Los abrazos fuertes e inesperados de los niños.
- Las travesuras de Fernando.
- La energía de Esther.
- El futbolin de 10 jugadores.
- Comer achachairús.
- El olor a humedad fresca después de la lluvia.
- El Lorca.
- A Davinia, siempre tan dulce.
- Ver a un escarabajo patas arriba y pensar en Gregor Samsa.
- Montar un taller de manillas y aretes, de abalorios y semillas, en la habitación.
- Los helados en Piccolo.
- Un bebé en mis brazos.
- A Sara y Chingueti.
- Los buenos días, señora Licenciada.