lunes, 12 de noviembre de 2007

Bolivia Rock, o de cómo asistir a un festival de rock protesta con gente vip

El viernes asistí por fin a un festival de rock en Santa Cruz. Era en Oz, el boliche antivip por excelencia en la ciudad. Sólo había un problema. Que cierta gente con la que iba a asistir es precisamente todo lo contrario. Extremadamante vip.
Llegar a un concierto de rock y descubrir que tienes mesa reservada es una antítesis de libro. Yo esperaba saltar frente al escenario con el kalimotxo en la mano, pero el kalimotxo nos lo servimos nosotros en la mesa, en vaso de vidrio y con vino de reserva de Concepción.
Los grupos eran bastante buenos. Auténticos. Pensad que aquí el rock se siente verdaderamente porque se enfrenta a las cumbias, las chacareras, toda la música tradicional, el reggaeton, etc. No puede competir con ello y se vive de forma especial. Todos los fines de semana hay nuevos conciertos.
Excalibur sonó muy bien. Abrió con tranquilidad el espectáculo posterior.
El cantante de Querembás horrorizó a Daniela con ese revolver su melena al viento.
Track cantó Ave Fénix con ayuda del público y nos puso a todos los pelos de punta.
Descubrimos que ese movimiento de cabeza hacia delante cuando escuchan un concierto es común a los heavyes de todo el mundo.
Ben, el voluntario americano, descubrió a su vez el kalimotxo.
Yo descubrí que si algo me gusta es escuchar música en directo. El sonido de las guitarras. La voz rasgada de los cantantes. El ambiente que se crea en torno.
Como broche final, la misma canción de otras veces sonó en la vagoneta de Daniela.
La consecuencia más horrible de todo esto es que le prometí a ella acompañarla al concierto de Daddy Yankee a cambio de este festival.
Será toda una experiencia.