Me preguntaba el otro día por qué tanto odio. Por qué entre los propios ciudadanos de un mismo país se crean tantos conflictos. Por qué el poder corrompe hasta al hombre más humilde.
Creí que un cargo vitalicio es la antítesis de la democracia. Creí que un gobierno socialista era un gobierno que escucha a su pueblo. Creí que la opresión era opresión fuera cual fuera su color político. Y que la discriminación positiva era también un tipo de discriminación.
Oí que querían proponer a Evo Morales como candidato al Nobel de la paz. ¿Cuáles eran esas voces? Hoy día en Sucre la gente no duerme por miedo a que entren en sus casas, las fuerzas del orden apalean a los estudiantes y no hay forma de entrar o de salir de la ciudad porque toda comunicación está cortada.
La otra noche vimos la película "Beyond the gates" sobre la matanza de los tutsies en Rwanda. Hutus y tutsies. Coyas y cambas. No podía evitar pensar en que podría ocurrir algo así en cualquier momento en un país como éste.
En Santa Cruz, el peor insulto que pueden proferir es coya de mierda. Los ponchos rojos, un grupo radical, coyas, sacrificaron el otro día a dos perros y amenazaron de muerte a la oligarquía cruceña.
Hay 36 etnias en Bolivia, 36 lenguas diferentes. El propio Che, sin embargo, a quien tanto admira Evo, pensaba que en América Latina hay más cosas que los unen, que razones que los separen. Yo tengo amigos coyas y cambas y no encuentro que sean tan distintos. Y si existen ciertas diferencias, son precisamente éstas las que construyen el país en forma de caleidoscopio y le aportan toda su riqueza histórica y cultural.
Si los propios bolivianos se atacan, si el racismo está dentro de sus fronteras ¿qué se puede hacer?
Entre tanto los niños, tan inocentes, viven ajenos a la violencia, al odio y responden que su país se llama San Juan, que es el nombre de su barrio y les gusta estrenar chinelas porque están limpias y nuevitas y abren la boca sorprendidos de los adornos navideños y esperan con ansiedad una piñata de juguetes que este año llegará en medio del ruido de enfrentamientos civiles.