martes, 1 de enero de 2008

El mismo amor, la misma lluvia

Daniela me dijo por teléfono que empezaría el año siendo honesta consigo misma.

Seguí su ejemplo.
No quiero esperar en el banquillo de suplentes con la camiseta puesta para incluirme en el futuro de nadie. Porque ya tengo el mío.

Y al caminar sola de vuelta a casa, lo veo todo muy claro.
No quiero un todo o nada. Lo que no quiero es nada.
Estaba equivocada. No soporto las palabras vacías ni los oportunismos. No es una historia distinta, ni una persona distinta.

Al final, todas las historias son la misma. Aquí y en el otro lado del mundo.
Nos cruzamos con los mismos tipos de personas una y otra vez en el camino. Y quizá también hayamos sido nosotros ese tipo de persona en algún momento de nuestra vida. El tiempo son lecciones que aprender.
Un giro de 180º no te lleve tal vez a las estrellas, pero es mejor que nada. Es mejor que ver caer la lluvia y dejar que te cale hasta los huesos.

Aunque no se trate de ganar o perder, es posible que, en esta ocasión, haya sido yo quien salió ganando. Y en cualquier caso, no siento que quiera averiguarlo.

Feliz año a todos aquellos que sienten el mismo amor al despertar cada mañana. Y especialmente a aquellos que, por el contrario, siguen viendo llover.