Una joven entró ansiosa y afanada a su casa. Sin saludar, fijó su mirada en su tío, quien reposaba tranquilamente en la sala, y le dijo:
- Tío, un amigo muy querido por ti estuvo hablando mal de ti.
- Espera, niña, espera - respondió el tío - ¿ya le hiciste pasar la prueba de las tres puertas a lo que me vas a contar?
- ¿La s tres puertas? - Preguntó sorprendida la chica -.
- Sí, la primera es LA VERDAD: ¿Es absolutamente cierto lo que oíste? - Inquirió de nuevo el tío-.
- Bueno... me lo contaron los vecinos... supongo que... - dijo la niña dudando.
- El tío interrumpió: - Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda puerta que es LA BONDAD: Es bueno para alguien esto que vas a contarme, o tal vez, sin darte cuenta, ¿te estás volviendo mensajera de malas intenciones?
- No... - respondió la joven - no creo que esto que te voy a decir sea bueno para nadie .
- Muy bien, - dijo el tío - entonces, nos queda la última puerta: ¿Es ÚTIL lo que me vas a contar? - Tal vez no ... - respondió tranquila la joven .
- Entonces, si no es verdadero, ni bueno, ni útil, no lo discutamos - concluyó el tío.
Es posible que la sinceridad que me caracteriza, a veces, la dureza a la hora de decir lo que pienso, las palabras que no callo, deban pasar próximamente por estas tres puertas. Lo probable, lo que no hace ningún bien y lo inútil habré de guardarlo en el cajón. Trataré de ser más cauta. Contaré hasta 10 antes de decir algo inoportuno.
Ya le decía siempre a Dieguito, que contará hasta 10 antes de pegarle a otro niño de la guardería, pero él, pobrecito, sólo sabía contar hasta 5. Y acababa a porrazos con todos los niños.