domingo, 18 de mayo de 2008

No la toques más, que así es la rosa

"Y ¿no es importante intentar comprender por qué las flores se esfuerzan tanto en fabricarse espinas que no sirven para nada?" decía el Principito.

¿Cuántas veces nos colocamos ese disfraz para no dejarnos tocar por dentro? me pregunto yo ahora. Las espinas. Las excusas. Los pasos atrás. La frialdad. La promesa de no caer esta vez.

La gente se siente sola porque construye paredes en lugar de puentes a su alrededor. Y tirar paredes no resulta nada fácil.

Es por eso que a veces sólo somos amigos "des heures où aucun être ne reste, où tout se refuse au cœur amer" ("de las horas en las que nadie queda, en que todo se niega al corazón amargo"), como dice el poema de Rilke.