sábado, 8 de noviembre de 2008

En el Círculo Polar

Siempre tengo las manos frías.
Quizás en otra vida fui un habitante del Círculo Polar.
Hace tiempo que sueño con viajar a Rovaniemi, a sus alrededores, sentarme en una silla y ver cómo el sol se pasea en el cielo sin llegar nunca a ponerse.
Hace tiempo.
Un amigo me dice siempre que este tipo de sueños nos quedan demasiado grandes. Pero yo erre, que erre.
Quiero verme atrapada en esa luz rojiza y suave. Y tocar el sol. Porque en Finlandia, ya hace años que lo comprobé, el cielo está más cerca. Y sólo una delgada línea de tiza en el suelo nos separa del fin del mundo.