jueves, 1 de enero de 2009

Juntos, nada más (Anna Gavalda)

Hace unas semanas una compañera de trabajo me dejó este libro en las manos, Juntos, nada más de Anna Gavalda. Demasiado voluminoso, pensé yo, que siento pánico por los novelones. Pero el accidente me obligó a engancharme a la lectura (paso demasiadas horas acostada) y hoy hubiera cortado el teléfono para terminarlo sin interrupciones después de varios días de lectura voraz.

La historia es algo así como la cruzada de un quijote anacrónico, marqués de no se qué, de una dulcinea artista, medio ángel, medio duende, y de un sancho atractivo y mal hablado, menos tonto de lo que parece, y su encantadora abuela, por vencer los propios miedos, superar los traumas de una dura infancia y otras magulladuras, por ser un poquito felices, juntos, nada más, conviviendo en el París actual, después de encontrarse de manera casual. Porque es evidente que casi todo lo importante en la vida ocurre por casualidad.
Hay diálogos llenos de ternura, de ironía, diálogos sinceros y otros algo delirantes, ideas claramente delirantes. No olvidemos que, a veces, la locura es el mejor camino.
Y lo mejor de todo es que a la vez que Camille, la artista, dibuja con carboncillo o acuarela los ambientes y los personajes, nos acerca a ellos hasta hacerlos tan familiares que casi diría que los buscaré la próxima vez que visite París en los rincones de algún museo o en el Campo de Marte, junto a la Torre Eiffel.
Que buscaré a una joven flacucha y desgarbada empujando una silla de ruedas y a un vendedor de postales tartamudo y entraré en algún restaurante a preguntar por el tal gran chef Lestafier.

No quiero desvelar el final. Tal vez es demasiado blanco, demasiado luminoso. Pero a veces, incluso los personajes de novela se merecen una tregua.


- ¿Crees que son como las minas de tus lápices? ¿Crees que se gastan cuando se utilizan?
- ¿El qué?
- Los sentimientos.



Anna Gavalda es hoy en día la escritora francesa más leída. Ésta y otra de sus novelas han sido llevadas al cine. Ya escucho una melodía de Yann Thiersen acompañando los pasos de Camille Fauque en la gran pantalla.