domingo, 14 de junio de 2009

Mujeres de Mucha






1. El claro de Luna y La estrella polar.
2. Cartel para Medea, 1898.
3. Esmeralda, de la serie Piedras preciosas, 1900.







Ninguna mujer es tan sensual y tan bella como las pintadas por Mucha en sus litografías. Visitando la exposición Seducción, modernidad y utopía en Salamanca descubrí de Mucha no solo que era un hombre polifacético, que tan pronto diseñaba el cartel de la obra Medea como joyas para el francés Foucault y atrezos y vestuario para las representaciones en el teatro La Renaissance o tomaba fotografías, por cierto de una sensibilidad extraordinaria, de sus modelos y, en sus viajes, de la población de las regiones eslavas, sino que sus creaciones son efectivamente únicas. Existe una diferencia entre un maestro como él y otros imitadores modernistas que siguieron su estilo. Solo las mujeres de Mucha, cuando nos miran, nos cuentan su historia. Nos enredan. Nos atrapan en unos ojos a veces cándidos, a veces de femme fatale. Es posible que difiera también el trazo del rostro, la nariz y el perfil de los labios, pero indudablemente, la mirada es distinta. Porque la de las otras, las mujeres que no dibujó este checo en su estudio de París, expuesta a la comparación con la de Sarah Bernhardt y otras musas muchianas, está vacía y muerta.