Una amiga conoció a un chico en sus vacaciones que tendría que haber muerto a los 24 de una enfermedad degenerativa. Ahora era un hippy de 32 que no caminaba descalzo por no clavarse los cantos del suelo, porque estos hippies mira que son poco prácticos, decía. Y seguía viviendo. Con los ojos llenos de luz.
Él le recordó algo a mi amiga. Que hay que vivir como si nos fuéramos a morir mañana. Un primer mandamiento.
Vive como si fueras a morir mañana.
Ama como si nunca te hubiesen hecho daño.
... baila como si nadie estuviera mirando, añadí yo. Mi amiga asintió.
En alguna parte lo había escuchado ya. Y es lindo. Pero me resulta tan complicado ponerlo en práctica.
Porque no espero morir mañana.
Porque las heridas me han dejado cicatrices.
Y porque cuando dejas de bailar y abres los ojos, puede haber alguien mirando y riéndose a carcajadas.