Hace ya mucho tiempo de aquella noche, no había consuelo para mí, pero mi amiga se quedó sentada a un lado en un banco de la plazoleta, en el mismo barrio donde habíamos crecido. Y me contó una historia que no he podido olvidar.
Un dia un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni marcas ni rasguños.
Pero un anciano se acercó y dijo: "¿Por qué dices eso, si tu corazón no es tan hermoso como el mío? Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encajaban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares alrededor. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos. La gente se sobrecogió, ¿cómo podía él decir que su corazón era más hermoso?
El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reir.
-Debes estar bromeando -dijo. -Compara tu corazón con el mío... El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor.
- Es cierto, -dijo el anciano -tu corazón luce perfecto, pero en el mío cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que compartimos. Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos - dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, de que algun día -tal vez- regresen y llenen el vacío que dejaron ¿Comprendes ahora?
Aquella noche, me pareció una bonita historia, nada más. No sabía yo que había quedado un primer hueco vacío en mi corazón y que, más tarde, se seguiría llenando de rasguños y heridas. Algunas curaron; otras, han quedado abiertas. Y sangran. A veces, está todo desencajado. Y duele.
Sin embargo...