Alguna vez, al levantarme una mañana sabática, me he preguntado quién soy. Ayer alguien me recordó que aún no lo había descubierto del todo. Que no sé cuál de esas mil caras que acostumbro a llevar diariamente es mi verdadero yo. Que no he revelado a nadie quién se esconde detrás de todas ellas. La máscara de mi trabajo, la de tomar unas cañas, con los amigos, la que muestro a los niños, la improvisada, la de payaso, la de la sinceridad, la que ofrezco a personas desconocidas, en el supermercado, en el tren, con la familia, mi blog, la de la melancolía.
Nos pintamos la cara por miedo al rechazo con máscaras tan diversas que olvidamos quiénes somos realmente. Y como dijo un poeta, algún día, en algún lugar, indefectiblemente, nos miraremos al espejo con la cara desnuda, y ese día en que nos encontremos de frente con nosotros mismos, será el peor o el mejor de nuestra vida.