Hay quienes dicen que los microrrelatos saben a poco. Pero seguro que no han leído uno verdaderamente bueno, uno que les haya atrapado, como me ocurrió a mí en más de una ocasión.
Me parece fascinante que en un par de líneas se pueda condensar mágicamente toda una historia. Hay en los microrrelatos un ingenio preciso y punzante, profundas connotaciones y guiños al lector. Ocurre lo mismo cuando uno ve una fotografía y no puede dejar de mirarla. Ya lo dice Eli, a veces la historia puede contarse en un cortometraje y no necesita de accesorios que te acaban provocando el bostezo en el cine.
Decía Baltasar Gracián que "lo bueno, si breve, dos veces bueno" -yo espero que no se refiriese al sexo con esta formulación ;)-. Hablando de literatura, recordemos cuántas veces nos hemos saltado párrafos de alguna novela, muy probablemente la descripción de una mesita de noche que, la muy pretenciosa, se alargaba eternamente. Y en cuántas ocasiones hemos querido abrir la última página y terminar cuanto antes con el misterio.
No ocurrirá eso con los microrrelatos, porque en ellos nada es prescindible. Os invito a leer algunos ejemplos.
El engaño
La conoció en un bar y en el hotel le arrancó la blusa provocativa, la falda entallada, los zapatos de tacón alto, las medias de seda, los ligueros, las pulseras y los collares, el corsé, el maquillaje, y al quitarle los lentes negros se quedó completamente solo.
(Marcial Fernández)
Despertar
(Norberto Costa)
(Manuel López)
La bella durmiente del bosque y el príncipe
La Bella Durmiente cierra los ojos pero no duerme. Está esperando al príncipe. Y cuando lo oye acercarse, simula un sueño todavía más profundo. Nadie se lo ha dicho, pero ella lo sabe. Sabe que ningún príncipe pasa junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos.
(Marco Denevi)