sábado, 17 de enero de 2009

La búsqueda de la felicidad

¿A donde van los hombres? En sus incontables viajes, los ve correr por el mundo, en coches, aviones, trenes ultrarrápidos, ¿pero saben realmente cuál es la meta a la que se dirigen? Los ve comprar en las tiendas, comer y beber en los restaurantes, vaciar grandes almacenes, y, sin embargo, tiene la impresión de que siguen hambrientos, insaciables. Incapaces de encontrar la paz bajo ningún techo, todos reclaman libertad, pero a la vez están enamorados de las cadenas que ellos mismos han inventado. Ve que viven en tensión, en competición y con un temor constante (...) buscan sin reposo algo esencial (...) Algo olvidado, que dé sentido a su agitación (...) Han perdido la paz del espíritu. Si los hombres son incapaces de alcanzar la paz interior... ¿cómo soñar con la paz entre las naciones? Si el hombre se muestra incapaz de curarse a sí mismo... ¿Cómo soñar con curar al mundo?"
(Las Montañas de Buda)

Recuerdo que alguien me dijo una vez, que para cambiar el mundo, primero habría de empezar por cambiarme a mí misma. Por aquel entonces, no lo comprendí. Con el tiempo, y habiendo vivido historias tan dispares, me doy cuenta, de que la verdadera felicidad se encuentra dentro nosotros, que es una opción, que no depende de las circunstancias que nos rodean, y que sólo partiendo de esa pequeña luz, podemos iniciar el cambio, primero en nuestro entorno más cercano y luego más allá.

Insatisfechos con una vida que no siempre nos favorece del todo, tratamos de compensar los sinsabores personales con bienes materiales, coches, rebajas, teléfonos móviles de última generación, vestidos. Y nos olvidamos de aprender, de experimentar, de reflexionar. Nos olvidamos de que podemos deshacernos de todas esas baratijas, pero al final no podremos escaparnos de nosotros mismos. Más nos vale querernos. Y cuidarnos.