jueves, 12 de febrero de 2009

De lobos y hombres

Cálculo de probabilidades


Cada vez que un dueño de la tierra
proclama
para quitarme este patrimonio
tendrán que pasar
sobre mi cadáver
debería tener en cuenta
que a veces
pasan.

(Benedetti)

Mis últimas lecturas, Las montañas de Buda, Cometas en el cielo, El niño del pijama de rayas, y el enfrentamiento actual entre Israel y Palestina, me han llevado a preguntarme por qué el hombre alberga tantos deseos de poder y de control. Y tanto odio. Por qué tantas normas, tantas restricciones, tanto silencio en el mundo. Por qué tantas guerras gratuitas y sin sentido. Por qué tanto dolor. Si el dolor es ya inevitable en nuestras vidas, sin provocarlo intencionadamente. Por qué tanto miedo a la diferencia. Y tan poco respeto. Tanto exilio. Por qué todos los líderes mundiales creen tener la verdad absoluta. Y la solución para todos los problemas. Cuando, en realidad, sólo pueden ponerle parches a la situación. Y por qué siempre hay intereses políticos y económicos detrás de sus decisiones. Y pocas veces humanos.

Lo que algunos esgrimen como respuesta no me parece ahora sino una excusa. La religión. La raza. El petróleo. El subdesarrollo. El territorio. Empiezo a pensar que el hombre, como me decían en clase de filosofía, que el hombre, digo, es de verdad un lobo para el hombre. Y en el mundo únicamente funciona la ley del más fuerte.

Me da tanta pena.

Pensar que nuestros hijos heredarán esta tierra. Y llevamos camino de entregarles un desierto. Sin alma.